Empiezo por lo peor, que ha sido aguantar del tirón más de 60 horas sin dormir (sólo 3 e interrumpidas por las risas inconfundibles del maestro
Tony Sandoval que volvía contento de una de sus raids nocturnas por Angoulême). Sin rencor,
Tony, pero de noche te quiero a prudencial distancia. Y la pareja de la habitación de al lado del hotel de San Sebastián, que me dieron mucha envidia orgásmica (¡qué manera de copular y cuánto rato, qué aguante y que gemidos, ni pagados!).
Lo mejor, encontrarse con gente fenomenal. Empiezo con mi editora favorita,
Yolanda Dib, que tuvo que hacer de niñera por mi absoluta incompetencia para los idiomas y que estuvo al tanto de todo. A mi editor favorito,
Guillermo Flascinder se le echó de menos y seguro que hubiese disfrutado a calzón quitado en este magno evento, pero no puedo venir.
La gente a la que coincidí, empezando por mi querido
Andres Fernando Carrasco, al que me alegró muchísimo ver; a
Silvia Sevilla y
Félix López de
Tebeosfera al que sólo conocía de manera epistolar; a Juan Miguel, un fanático de las dedicatorias con el que coincido hasta en el infierno y que es muy majo; a
Carles Ponsí, que tiene nuevos proyectos muy interesantes y es la leche; a
Victor Araque y
Rocío Estepa, a los que sólo conocía tangencialmente por
Grafito Editorial y la época de los concursos de cómic, estupenda pareja; a
Félix Vega, al que reconocí de inmediato por su estilo y que me develó sus secretos de trabajo (¡es analógico como yo! pero increíblemente mejor y más listo); a
Enrique Sánchez Abuli, al que me presentó
Félix y que tarde en caer en la cuenta de que era ¡¡¡
Enrique Sánchez Abuli!!! así de bobo soy; a
Javier Marquina, que flipaba como yo con el ambientazo y glamour del Festival; y seguro que me dejo a alguien porque tengo memoria de pez.
A la gente que conocí como a
Lourdes Navarro, a la que recomiendo encarecidamente que sigan; qué decir del genial
Tony Sandoval; a los miembros del
Groupe Paquet, Pierre Paquet, el master & commander del sello y por el que acudí al Festival;
Hélène Bigot, siempre atenta y eficiente (y muy delgada); Miguel Casas, al que sólo conocía epistolarmente; a Pol Beauté, que parecía muy simpático; a
Caroline Paraggio, que siempre me hablaba en inglés ¿? y que me volvió a recordar mis eternos cánones estéticos (¡ay, y de la que no me pude despedir porque no la encontré por más que la busqué!); y vuelvo a dejarme a muchos de los integrantes del grupo.
Y a más gente que conocí y que siempre llevaré en mi corazoncito, como a Sofía por su contagiosa y espontánea risa; a Leticia, una joven artista con la que compartí el miedo a ser arrollado por un camión en medio de la nada, a oscuras, buscando el autobús nº 1 que nos llevase al centro de Angoulême; a Rebeka, a la que asusté sin quererlo y que algún día compensaré; a la pareja de
ALY FELL ART y al propio Aly que ha conseguido un pelotazo con su primer cómic; y vuelvo a dejarme a un montonazo de gente maravillosa, pero que me perdonen, porque tengo mucha edad y se me va.
FIN
